Si te escribo
desde algún mar del sur es para imaginar un quizás en tu mirada,
por si
nos evaporamos en un atardecer hervoroso de melocotón.
A la tripulación
sólo le hablo de delfines dorados que se ríen de nosotros,
y cuando me
obligan a mirar tu retrato, balbuceo como un moribundo "si tú sí, yo no".
Luego rezo. Rezo para que me venden los ojos y poder estar un rato a solas con tu
recuerdo. Y para que nadie descubra jamás dónde está el tesoro, ni que eres tú.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada