dimecres, 24 d’octubre del 2012

Algunos de mis yoes


Conversación absurda, el otro día, en la nueva tienda Apple de Barcelona, que es como estar en el futuro de las películas de mi niñez. 
Me atiende Mr. Applemazado, algo así como el jefecillo del servicio técnico del establecimiento. Es un tipo pálido, ojeroso, calvo; debe de haber unos 35.000 como él en Barcelona y sus aledaños. Me pide nombre y apellidos para concertar cita para arreglar mi ipod —sí, finalmente se me murió el aparatucho—.

—  Hugo Cortés —le indico—.
¡Coño, como mi primo! ¡Qué fuerte! —responde él flipadísimo.
¿Sí? ¿Es negro, tu primo? pregunto, lógicamente sin pensar.
No, qué va. Vive en Berlín y es arquitecto. ¿Por qué lo dices?
Ah, no… por nada. Es que un negro cachas con un diminuto slip fardapichas monopoliza los resultados de Hugo Cortés en Google.
Ah, pues no es mi primo.  Pero qué coincidencia igualmente.
Sí, la verdad.

Mr. Applemazado se despide de mí con cara de “manzanas traigo”. 

Ya fuera de la Apple Store, sobre la acera modernista de Passeig de Gràcia, se me impone una imagen inequívoca del primo del dependiente, el Hugo Cortés de Berlín: lo veo pedaleando sobre una bici enorme, de carreras, por una avenida de la brumosa capital germana, feliz con su cara de españolito curtida por el frío. Tiene la barba muy cerrada, pero abiertas de par en par las puertas del porvenir; y a pesar de su alemán, malo de cojones, posee la mirada feliz del que no sabe dónde dormirá ni con quién. Me jugaría la mano derecha a que él también sabe que existe el Hugo Cortés negro de Google, el más mazas de Internet. No lo conozco todavía, pero me cae bien mi tocayo berlinés.


Hugo Cortés I, Rey de Internet

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