dilluns, 26 de novembre del 2012

El Crac del 29+1


Un día te haces adulto. O te das cuenta de ello. Tal vez ya lo eras, pero no te habías percatado de la magnitud de la comedia. 

Te haces adulto el día que aprendes a convivir con tus cadáveres debajo de la cama o dentro del armario —la distribución de las víctimas depende de sus tamaños (y de sus peinados)—.
Eres adulto cuando le das los buenos días a la persona que te empujó desde un octavo piso tras estamparte sus labios color russian red en la mejilla. 
Eres adulto cuando intuyes quién se pone máscara veneciana y capa al llegar a casa.
Cuando te mueres de ganas de tirarte al suelo a gatear con un bebé que sólo sonríe si lo asustas.
Cuando te da el subidón en víspera de domingo y no hay mojitos ni rubias endiabladas de por medio.
Cuando te liarías a mamporros con unos malvados en el vestíbulo del Palau de la Música.
Cuando te preguntas si la cajera del super sería una buena madre para tus hijos (y para los suyos).
Cuando consultas el reloj y te partes de la risa cual hiena drogada.
Cuando sabes qué postre quieres y a dónde hay que mirar si la camarera es demasiado guapa.
Cuando lamentas en silencio que Roberto Bolaño no pueda escribir ni una palabra más.

Yo certifiqué mi entrada en el mundo adulto con el Crac del 29+1, tras el cual tuve que aprender a levantarme solo. Después del leñazo, hubo quien se encogió de hombros. Por eso fue tan educativo oír los consejos —y las carcajadas— de algunos de los valientes que me vieron caer.  

Soy el adulto 441.259.633.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada